Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Gaudete

Gaudete es el nombre que recibe el tercer domingo de Adviento en el calendario litúrgico cristiano. En latín «Gaudete» quiere decir «regocijaos», «alégrense», «estad alegres». Se define así a este día por ser «Gaudete» la primera palabra que se menciona en la celebración litúrgica, específicamente en el introito. El uso del término deriva de un pasaje de la Epístola a los filipenses, que en esa celebración constituye la segunda lectura dominical del ciclo C de la liturgia católica,2 tomada por otras denominaciones cristianas después del Concilio Vaticano.

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Tercer Domingo de Adviento

¡Es necesario tomar en serio la honradez y las proprias responsabilidades!

La gente preguntaba a Juan: ¿Entonces, qué hacemos? Juan realiza una actividad proclamadora de carácter profético. Los vv. 10-14 recogen algunos ejemplos de la predicación ética del Bautista, centrada principalmente en el comportamiento social. De este modo, Juan aparece como el heredero legítimo de la predicación profética, especialmente cuando denuncian los abusos de los ricos contra los pobres (Amós, Isaías). Juan se esfuerza en promover un interés generoso, una sincera preocupación por los demás. La radicalidad de la predicación escatológica cede ahora ante la exigencia de otras demandas: asistencia al necesitado, honestidad en los negocios, equidad en la aplicación de la justicia. Los puntos concretos, las recomendaciones específicas de Juan a sus compatriotas judíos, se dirigen también, en la intención de Lucas, a los lectores cristianos de su evangelio: es lo que él espera de la comunidad cristiana. La colocación, precisamente aquí, del kerigma escatológico, proclamado por el Bautista, y de sus exigencias éticas revelan la concepción lucana del influjo que tenía que ejercer el kerigma sobre el desarrollo normal de la vida cotidiana. El que tiene dos túnicas o para comer: ¡reparta! No exijáis más de lo que está fijado… No hagáis extorsión a nadie.

¿Es Juan el Mesías?

El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo… El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. La parte más importante de todo este episodio es la tercera subdivisión (vv. 15-18), que muestra cómo era la predicación mesiánica —o, si se prefiere, cristológica— de Juan Bautista. La predicación mesiánica del Bautista está teñida de un cierto matiz escatológico. Merece ser subrayada la titulación que se da a Jesús en este fragmento: el Mesías, el que ha de venir, el más Fuerte. Juan no es sólo una figura escatológica, sino también un predicador profético que anuncia la llegada de uno más Fuerte, de una figura mesiánica que “está para llegar” y que llevará el plan de salvación a su plenitud. Juan no ha realizado milagros; se ha limitado a predicar, denunciar, exhortar y dirigir la mirada de todos a los más débiles como condición imprescindible para recibir al Mesías verdadero. Esos serán signos inequívocos del verdadero Mesías. Por eso la gente deduce la posibilidad de que Juan fuera el Mesías. Pero Juan, honrado y veraz, clarifica la situación y saca a las gentes de su error: él no es el Mesías, sino Otro que pronto aparecerá. Ésta es la grandeza de Juan. Supo estar y ceñirse a la misión que se le encomendó. Lección para nuestro mundo, para las relaciones humanas en nuestra sociedad: el otro es más importante, veracidad en los medios de comunicación, en las relaciones familiares, laborales y económicas. Juan denunciaría hoy con energía los excesos de cierto tipo de publicidad agresiva movida sólo por el provecho de unos pocos en perjuicio de la colectividad.

¡En marcha!

La liturgia de la palabra orienta nuestra mirada a la aparición de Jesús en el ministerio, en la proclamación del último mensaje de salvación. Con Él se cumple la promesa: es el que ha de venir. En ese tiempo de espera se pide al cristiano y se le ofrece la posibilidad de vivir en fiesta porque Dios está en medio de su historia dirigiéndola tanto en el plano personal como social y universal. Dios está presente y cerca del hombre. El cristiano debe traducir su esperanza en una experiencia del gozo del Espíritu. Vive en un mundo tentado por la ansiedad, la amargura y la carencia de felicidad. Y que esta experiencia sea notoria, sea creíble por los hombres. Son los signos que anticipan el Reino. Es el talante y estilo de vida del cristiano en medio del mundo. Debe vivir y trabajar por la paz estable y duradera. En el tiempo de espera el cristiano está destinado en este mundo a ser agente o promotor de paz.

Lecturas Dominicales

Primera Lectura

El Señor se alegrara en ti.
Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha levantado su sentencia contra ti, ha expulsado a todos tus enemigos. El Señor será el rey de Israel en medio de ti y ya no temerás ningún mal. Aquel día dirán a Jerusalén: “No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti. Él se goza y se complace en ti; Él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta”.
— Sofonías: 3, 14-18

Salmo Responarial

R. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R/.
—Isaías 12

Segunda Lectura

El Señor está cerca.
Hermanos míos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
— Filipenses 4, 4-7

Evangelio

¿Qué debemos hacer?
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?”. Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”. También acudían a él los publicanos para que los bautizan, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?”. Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?”. Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”. Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. El los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”. Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.
— San Lucas: 3, 10-18