Llamados a la Santidad
Domingo de Pentecostés
“Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.”Sal. 103
Con frecuencia nos equivocamos de objetivo y ponemos el acento donde no está, nos quedamos en la superficialidad de la religión, en lo aparente, externo, visible; nos enfocamos a ver las prácticas religiosas, si aburridas o no, si largas o cortas, si pesadas o suaves; si cura y obispo simpático o antipático, … en realidad nada de eso es lo importante. Si hemos resucitado con Cristo somos creaturas nuevas, y no debemos pensar como paganos sino como cristianos y espirituales.
El tesoro está escondido en ese campo que es la iglesia; en ese cascarón sin apariencia grandiosa, como el grano de mostaza, se encierra un tesoro enorme, el de Dios con nosotros, liberación del ego y del pecado, paraíso de amor, gozo y paz, y demás frutos y dones del Espíritu que si no sabemos mostrar en la Iglesia es por nuestra mediocridad que, en lugar de revelar el Tesoro, lo velamos y ocultamos.
En realidad, no es muy posible hacerlo resplandecer, pues nos constituye la torpeza e ignorancia propia de nuestra naturaleza caída, además del pecado; y súmale a eso que convivimos en cada grupo gran diversidad de niveles, tanto a nivel humano como cristiano y espiritual, desde los que están en kínder hasta los que están en doctorado. Pero todos estamos llamados a ser luz y manifestar el Reino de Dios presente, por nuestras palabras y obras de caridad, siendo hijos de Dios, guiados por su Espíritu.
Lo importante es que cada uno procure no ser mejor que otros, sino ser mejor que ayer, estar avanzando sin estancarse nunca. La vida cristiana es maduración y crecimiento permanente. No podemos ni debemos decidir en la vida de nadie mas que en la propia. Nos toca procurar cada día la mejor versión de nuestra fe y caridad, de nuestra vida cristiana; procuremos cada día crecer, practicando los medios que nos pueden ayudar, como la oración, lectura, sacramentos, caridad, sacrificio, etc. esta es la mejor manera de abrirnos al DON DEL ESPÍRITU SANTO y de colaborar con El.
No puedo alcanzar la santidad de nadie más que la mía. Cada uno esta encargado de su propia santificación, y nadie puede hacerlo por uno. Como nadie puede comer ni estudiar por ti, pues es algo personal e intransferible, lo mismo sucede con el crecimiento en la fe y en el amor, nadie puede hacerlo por uno.
Por ello debemos tomar conciencia de que esta es la principal meta de nuestra vida, la que Dios nos encomienda: la propia santificación, pues es un requisito imprescindible para entrar al cielo, y ¿de qué nos serviría ganar el mundo entero si no logramos entrar al Reino de Dios? Pero no solo pensando en entrar al cielo, la santificación es lo máximo a lo que puedo aspirar también por mi bien en este mundo, pues si no soy santo me estoy perdiendo de mucha vida, gozo, paz y amor que podría tener. ABRAMOS EL CORAZÓN AL ESPÍRITU SANTIFICADOR Y DEJEMOS QUE NOS GUIE E INSPIRE SIEMPRE.
Lecturas de la Semana
Domingo: Vigilia: Gn 11, 1-9 o Ex 19, 3-8. 16-20 o Ez 37, 1-14 o JI 3, 1-5/Sal 103, 1-2. 24. 35. 27-28. 29. 30 (ver 30)/Rom 8, 22-27/Jn 7, 37-39
Vigilia extendida: Gn 11, 1-9/Ex 19, 3-8. 16-20/Ez 37, 1-14/JI 3, 1-5/Sal 103, 1-2. 24. 35. 27-28. 29. 30 (ver 30)/Rom 8, 22-27/Jn 7, 37-39
Día: Hch 2, 1-11/Sal 103, 1. 24. 29-30. 31. 34 (ver 30)/1 Co 12, 3-7. 12-13 o Rom 8, 8-17/Jn 20, 19-23 o Jn 14, 15-16. 23-26
Lunes: Gn 3, 9-15. 20 o Hch 1, 12-14/Sal 86, 1-2. 3 y 5. 6-7/Jn 19, 25-34
Martes: 2 Co 1, 18-22/Sal 118, 129. 130. 131. 132. 133. 135/Mt 5, 13-16
Miércoles: Hch 11, 21-26; 13, 1-3 (580)/Sal 98, 5. 6. 7.8. 9/Mt 5, 17-19
Jueves: 2 Co 3, 15-4, 1. 3-6/Sal 84, 9 y 10. 11-12. 13-14/Mt 5, 20-26
Viernes: 2 Co 4, 7-15/Sal 115, 10-11. 15-16. 17-18/Mt 5, 27-32
Sábado: 2 Co 5, 14-21/Sal 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12/Mt 5, 33-37
Domingo Siguiente: Prov 8, 22-31/Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9 (2)/Rom 5, 1-5/Jn 16, 12-15