Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

¡Ven, Espíritu Santo, Ven!

Pentecostés

“Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos.” Hechos 2:3

Mary and the Apostles gathered at Pentecost

¡Ven Espíritu Santo! La celebración de hoy es Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre los primeros discípulos y todos los que están bautizados. Nosotros también conmemoramos el nacimiento de la Iglesia. Antes de Pentecostés, los discípulos estaban escondidos e inseguros; en Pentecostés, aquellos que estaban reunidos se llenaron del Espíritu y proclamaron a todos las maravillas de la Buena Nueva de Cristo. El Espíritu nos guía a la verdad del amor y misericordia de Cristo y nos fortalece para vivir como discípulos. Sin el Espíritu Santo, pereceríamos; con el Espíritu, tenemos vida plena. Apoyándonos en el Espíritu, se nos da la gracia de alejarnos de las muchas tentaciones que afrontamos cada día y en su lugar preferimos lo que es bueno y santo. ¡Ven Espíritu Santo, ven!

El Fruto del Espíritu

Como seguidores de Jesús, estamos llamados a orientar nuestras mentes y corazones hacia el amor de Cristo, apartándonos de todo aquello que no es de Dios para parecernos más a Cristo en nuestra vida diaria. Cuanto más invitemos al Espíritu Santo a acercarnos al corazón de Dios, más fácilmente evitaremos el pecado y elegiremos la vida, la fe y el amor. En la carta a los Gálatas, escuchamos una lista de cosas que deben evitar los que viven en el Espíritu. Cosas como la inmoralidad, el odio, los celos y el egoísmo. A primera vista, podemos pensar: “desde luego que quiero evitar esas cosas” y, sin embargo, si somos honestos con nosotros mismos, probablemente reconozcamos algunos de estos patrones en nuestras vidas. Sin embargo, con un poco más de reflexión también veremos que estos comportamientos negativos suponen un placer temporal y que los frutos del Espíritu, el amor, la alegría, la paciencia, la bondad, la generosidad, la fidelidad, la mansedumbre y el autocontrol, guían a una vida de plenitud profunda y duradera.

Nada se Interpondrá en el Camino

El pueblo judío que se había reunido en Jerusalén para la festividad de Pentecostés venía de todos los rincones del mundo conocido entonces. Ellos hablaban diferentes idiomas y, sin embargo, se sintieron atraídos a escuchar el mensaje de Cristo de boca de los discípulos que acaban de experimentar la efusión del Espíritu Santo. Ellos quedaron asombrados por lo que escucharon, no sólo por el mensaje, sino por la forma en la que se les transmitió, en su propio idioma, y por los mensajeros, personas a las que bien pudieron haber considerado como ordinarias y comunes, en lugar de los reconocidos líderes religiosos de su tiempo. También nosotros estamos llamados a compartir el amor y la misericordia de Cristo por medio de la palabra y la acción, incluso cuando nos podamos sentirnos pequeños e insignificantes. Solo necesitamos observar el testimonio y la experiencia de aquellos primeros discípulos y de todos los santos que nos han precedido para saber que somos capaces de mucho cuando ponemos nuestras vidas en las manos de Dios. Nada puede interponerse en el camino del increíble amor de Dios cuando estamos llenos del poder y la presencia del Espiritu Santo.

Lecturas de la Semana

Lunes: Gn 3:9-15, 20 o Hch 1:12-14; Sal 87 (86):1-3, 5-7; Jn 19:25-34
Martes: Sir 35:1-12; Sal 50 (49):5-8, 14, 23; Mc 10:28-31
Miércoles: Sir 36:1, 4-5a, 10-17; Sal 79 (78):8, 9, 11, 13; Mc 10:32-45
Jueves: Sir 42:15-25; Sal 33 (32):2-9; Mc 10:46-52
Viernes: Sir 44:1, 9-13; Sal 149:1b-6a, 9b; Mc 11:11-26
Sábado: Sir 51:12cd-20; Sal 19 (18):8-11; Mc 11:27-33
Domingo: Dt 4:32-34, 39-40; Sal 33 (32):4-6, 9, 18-20, 22; Rom 8:14-17; Mt 28:16-20

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Domingo de Pentecostés
Lunes: Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia; Octava Semana del Tiempo Ordinario
Martes: San Beda el Venerable; San Gregorio VII; Santa María Magdalena de’Pazzi
Miércoles: San Felipe Neri
Jueves: San Agustín de Canterbury
Sábado: San Pablo VI; Santa María Virgen

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