Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Vengan a la Fiesta

Vigésimo-Octavo Domingo del Tiempo Ordinario

“El Señor de los Ejércitos preparará para todos los pueblos en este cerro, una comida con jugosos asados y buenos vinos” (Isaías 25:6). Esto es lo que Isaías nos dice hoy. Dios está organizando una inmensa fiesta para “todos los pueblos”, para “enjugar las lágrimas de todos los rostros”. ¿Y qué es lo que Jesús nos dice? “El reino de Dios”, él dice, es como “lo que le sucedió a un rey que celebró las bodas de su hijo” (Mateo 22:2). Cuando los invitados no acudieron, el rey mandó a sus sirvientes a que fueran “a las esquinas de las calles y conviden a la boda a todos los que encuentren” (Mateo 22:9). Nosotros somos llamados a distribuir esta invitación. Uno de los temas entrelazado con la liturgia de hoy es el referente a la generosidad divina. Ausente de la realidad, la gente a menudo asume que ha “ganado” lo que tiene. En nuestros mejores momentos, sin embargo, somos conscientes de que todos nuestros dones, incluyendo los espirituales, provienen de la generosidad de Dios. Nuestra misión es invitar a la gente, recordarles que las entradas no están a la venta. Lo único que podemos hacer es acudir y dar las gracias.

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Reflexionemos sobre la Palabra de Dios

Como católicos estamos invitados a “venir a la fiesta” en momentos significantes de nuestra vida. Los bautismos, las primeras comuniones, los matrimonios, las ordenaciones y las exequias normalmente se celebran dentro de la celebración de la Eucaristia. La ropa que nos ponemos —desde la vestidura bautismal hasta el sudario, desde el sofisticado atuendo de bodas hasta las sencillas albas blancas— refleja nuestro compromiso bautismal de ser fieles a Cristo hasta que lleguemos al banquete celestial que nuestras celebraciones eucarísticas anticipan. Todos están invitados al banquete. Todos están invitados a revestirse de Cristo. No todos responden a la invitación. A menudo se ha hecho la pregunta de lo qué pasaría si una mañana de domingo, mientras oramos como siempre lo hacemos para que Cristo vuelva de nuevo, él se presentara ante nosotros. ¿Iríamos a su fiesta? ¿O acaso preferiríamos nuestra pequeña reunión privada en vez de la enorme multitud de personas que en realidad no queremos conocer? ¿Nos encontraría con la vestidura de la fidelidad que se nos dio en el Bautismo? ¿Dónde estaríamos en “ese día”?

Vivamos la Palabra de Dios

En el curso de las semanas anteriores las Escrituras nos han brindado un festín de imágenes de la abundante misericordia de Dios. La imagen del banquete celestial de hoy completa la descripción de la generosidad de Dios y vuelve nuestra atención hacia nuestra respuesta a la generosa invitación de Dios.

Ver las Lecturas

Lecturas de la Semana

Lunes: Gál 4:22-24, 26-27, 31 — 5:1; Sal 113 (112):1b-5a, 6-7; Lc 11:29-32
Martes: Gál 5:1-6; Sal 119 (118):41, 43-45, 47-48; Lc 11:37-41
Miércoles: Gál 5:18-25; Sal 1:1-4, 6; Lc 11:42-46
Jueves: Ef 1:1-10; Sal 98 (97):1-6; Lc 11:47-54
Viernes: Ef 1:11-14; Sal 33 (32):1-2, 4-5, 12-13; Lc 12:1-7
Sábado: 2 Tm 4:10-17b; Sal 145 (144):10-13, 17-18; Lc 10:1-9
Domingo: Is 45:1, 4-6; Sal 96 (95):1, 3-5, 7-10; 1 Tes 1:1-5b; Mt 22:15-21

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario
Lunes: Día de la Raza; Día de Acción de Gracias en Canadá
Martes: San Calixto I
Miércoles: Santa Teresa de Jesús
Jueves: Santa Eduviges; Santa Margarita María de Alacoque; Día Nacional de los Jefes
Viernes: San Ignacio de Antioquía
Sábado: San Lucas

“Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor.” — Santa Teresa de Jesús

Tesoros de Nuestra Fe

La Virgen María tiene siglos de estar apareciéndose a los cristianos. Aún antes de que fuese asunta al cielo, ella ya se le había aparecido al apóstol Santiago en Zaragoza, España. Según una antigua leyenda, Santiago llegó a tierra española en el año 40 para predicar el Evangelio. Tuvo poco éxito y desanimado pensaba sacudirse de los pies el polvo de aquella tierra y buscar convertir otras gentes. Mientras estaba en oración, María, la madre de Jesús, se le apareció con palabras de consuelo, ánimo y un pequeño obsequio. Le dio una imagen de ella misma sobre un pilar y con el Niño Jesús en brazos. En esa tierra ella pidió la construcción de un templo donde ella misma sería altar para la gloria de Dios. Santiago mismo construyó la primera iglesia donde hoy se encuentra una gran basílica en honor de Nuestra Señora del Pilar. En el siglo XVIII, el Papa Clemente XII declaró el 12 de octubre como su fiesta en memoria de la llegada de los europeos al continente americano. De María vienen los principios del Día de la Raza.

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