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Iglesia Católica / Pacoima, CA

Divina Misericordia y Conversión

Domingo de Divina Misericordia

“La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.”Sal. 117

No siete, sino setenta veces siete, le dijo Jesús a Pedro que debería perdonar, o sea siempre. Y a continuación le puso la parábola del que fue perdonado de una suma enorme que nunca hubiera podido pagar, y saliendo encontró a un amigo que le debía poco y le suplicó perdón con las mismas palabras que el acababa de usar para recibir el perdón del rey, pero no quiso perdonarle y lo metió a la cárcel. Cuando le comunicaron esto al rey, dijo, no puede ser así, a las tinieblas y a la condenación.

Y ahí se manifiesta una gran verdad y un gran mensaje para nuestra vida. Solo con conversión nos abrimos a la misericordia. Sin un corazón nuevo no has recibido el amor de Dios ni su perdón. CONFIA EN DIOS. Es lo que le revela Jesús a Santa Faustina, que ponga al pie de su imagen misericordiosa: confío en ti.

La confesión no es solo un acto exterior, como ninguno de los sacramentos. Todos tienen como aspecto más importante el espiritual o interior. Las disposiciones del corazón para recibirlo con fruto. El sacerdote debe cerciorarse, en lo posible, de que hay arrepentimiento y conversión, pues sin esto no puede ni debe darse la absolución, ya que los engañaría; les haría pensar que ya están perdonados cuando no lo están, pues sin la conversión de corazón salen del confesionario igual que entraron.

La raíz de todo pecado es la falta de fe, que también podemos concebir como falta de confianza en Dios. Necesitamos confiar en El, pues de otro modo no nos beneficiaríamos de Él. Nos dejamos enriquecer por El en la medida en que creemos y confiamos en El. Si le creo le escucharé y le haré caso, y es así como me beneficio de su sabiduría y de su guía amorosa de buen pastor.

Y ¿de qué serviría el perdón de Dios si uno aún sigue en su pecado, aun no lo detesta, aun no confía en Jesús ni se deja guiar por El? ¿De qué le sirve a tu hijo que le perdones porque se va a drogar, si de todos modos va a drogarse y quiere hacerlo? Ese perdón no sirve de nada, por el contrario, es negligencia y complicidad, te haces culpable de su pecado, si en lugar de corregirle y ayudarle a mejorar le dejas en su pecado y le solapas o alcahueteas con tu “perdón”. Eso no merece el nombre ni de perdón ni de misericordia sino más bien de indolencia y complicidad. Dios nos ama de verdad, nos perdona y nos dice, en adelante, no peques más. Por nuestro bien.

Pero el mundo de hoy exige esa indolencia y complicidad cuando clama por sus pseudo derechos, pide tolerancia con toda clase de pecados, incluso con leyes inicuas destructivas de personas y comunidad, como aborto, eutanasia, suicidio asistido, etc. Pero el amor no es esa falsa o malévola tolerancia, el amor lleva a ayudar no a alcahuetear o dar por su lado. Si la madre ama a su hijo le hará tomar el medicamento para curar a su hijo, aunque él no quiera, aunque le cueste ganar el odio y rechazo del hijo. El que te ama te hará el bien, aunque le cueste. Así la iglesia vela y aboga por el bien de todos, defendiendo los derechos de los más indefensos, y aunque se gane enemigos y rechazos y persecución, así lo seguirá haciendo.

Lecturas de la Semana

Lunes: Hch 4:23-31; Sal 2:1-9; Jn 3:1-8
Martes: Hch 4:32-37; Sal 93 (92):1-2, 5; Jn 3:7b-15
Miércoles: Hch 5:17-26; Sal 34 (33):2-9; Jn 3:16-21
Jueves: Hch 5:27-33; Sal 34 (33):2, 9, 17-20; Jn 3:31-36
Viernes: Hch 5:34-42; Sal 27 (26):1, 4, 13-14; Jn 6:1-15
Sábado: Hch 6:1-7; Sal 33 (32):1-2, 4-5, 18-19; Jn 6:16-21
Domingo: Hch 2:14, 22-33; Sal 16 (15):1-2, 5, 7-11; 1 Pe 1:17-21; Lc 24:13-35

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