Esencia De La Iglesia
31er Domingo del Tiempo Ordinario
“Sostiene el Señor a todos los que caen, a los que están encorvados endereza.”Salmo 145:14
La Iglesia existe para ser sacramento universal de salvación, manifestación de Dios que sigue encarnado en ella, iluminando las almas con la luz de la fe, para llevarlos a la salvación eterna; sin esto, perdió su esencial razón de ser, por muchas y buenas obras humanas que haga, pues no es una simple ONG. Jesús no se dejó detener por los enfermos para limitarse a curar enfermos o a ayudar a pobres:
“Tengo que anunciar la buena nueva del Reino a otros pueblos, pues para esto he venido.”
Nos ganamos que la gente deje la Iglesia cuando dejamos de cumplir nuestra misión. No se puede tener los frutos sin trabajar ni sembrar. El mundo y los enemigos siempre fueron los mismos; no podemos acusarlos a ellos de tanta deserción y desconocimiento de la fe. El problema es que con frecuencia dejamos de propagar la fe, y no damos a Dios el lugar que le corresponde, pues no le hacemos caso a lo que nos pide.
Dios se encarnó en Cristo, para que a través de lo sensible y visible, llevarnos al amor del Invisible, y esa es la razón de ser de la Iglesia, que es como la prolongación de la Cristo encarnado en el mundo, para hacer tangible, visible y sensible a Dios, por medio de los sacramentos y de los sacramentales, así como nuestra vida, con el ejemplo y la palabra, y con todas las mediaciones sensibles que pueden ayudar a muchos a abrirle la puerta a Dios, a la relación con el invisible, y así procurarnos el crecimiento espiritual y el amor a las cosas de Dios que son intangibles.
La Iglesia -que es la presencia de Cristo en el mundo- y Dios mismo, no es un lujo innecesario, como algo exclusivo para los que les gusta, ES VITAL Y PARA TODOS. Dios no puede entrar en los hombres que solo tienen aspiraciones y metas de este mundo, en los que no lo conocen ni le abren un espacio en su tiempo, ni en su mente.
Dios es el que nos busca, y espera que uno le abra el corazón por la fe, pues no tendrá felicidad plena de su corazón sin conocer el amor de Dios. Cuando Cristo le pidió a Zaqueo entrar en su casa, él lo recibió con alegría, como deberíamos hacer todos pues es más que un enorme privilegio, es la luz que sana la ceguera, la verdad que libera y la vida de nuestra alma. Buscarle como Zaqueo, y superar los obstáculos que se interpongan para poderlo ver, como hizo él al subirse al árbol.
Los curas, misioneros y monjas al sentirse o saberse llamados por Dios que los necesitaba, con su Espíritu de amor les movió a entregar sus vidas, pues El seduce y plenifica, de tal modo que pue- den dejar todo y a sí mismos por amor a Dios y a los demás. Aunque no les guste, se negaron a sí mismos, ya no se pertenecen, lo aceptan todo por amor a Dios, con obediencia, buscando agradarle, sirviendo a los hombres. Todos somos llamados a esta vida cristiana, que es vida en el amor de Dios. Es lo que nos hace Iglesia, cuando le abrimos a Cristo nuestra vida y le dejamos entrar como Zaqueo.
Lecturas de la Semana
Lunes: Fil 2:1-4; Sal 131 (130):1bcde-3; Lc 14:12-14
Martes: Ap 7:2-4, 9-14; Sal 24 (23):1-6; 1 Jn 3:1-3; Mt 5:1-12a
Miércoles: Sab 3:1-9; Sal 23 (22):1-6; Rom 5:5-11 o 6:3-9; Jn 6:37-40, o lecturas de las Misas para los difuntos
Jueves: Fil 3:3-8a; Sal 105 (104):2-7; Lc 15:1-10
Viernes: Fil 3:17 — 4:1; Sal 122 (121):1-5; Lc 16:1-8
Sábado: Fil 4:10-19; Sal 112 (111):1b-2, 5-6, 8a, 9; Lc 16:9-15
Domingo: 2 Mac 7:1-2, 9-14; Sal 17 (16):1, 5-6, 8, 15; 2 Tes 2:16 — 3:5; Lc 20:27-38 [27, 34 38]