Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Formas de Desamor

Tercer Domingo de Cuaresma

“Señor, que no seamos sordos a tu voz.”Sal. 94

Si el amor es el primer fruto del Espíritu, y que por tanto no puede faltar en el discípulo, pues es imposible estar unidos a Él y no practicarlo incesantemente; el desamor viene a ser una muestra de la falta de Vida en el alma, que desafortunadamente es más frecuente de lo que pensamos. Como nos deja muy clara la palabra de Dios, el amor no está en las intenciones o buenos deseos sino en las obras. (Santiago y 1 Juan)

En la superficialidad que viven muchos cristianos actualmente, viven más como aliados del ego, del mundo y del enemigo (los 3 enemigos del alma) conformándose con meros cumplimientos mínimos, para autoengañarse pensando que con eso ya están bien con Dios. Muchos creen que están bien solo porque no son tan malos como ven ser a otros, no matan y no roban, y con esto se conforman. Obviamente el que mata o roba, o se atreve a herir de cualquier otro modo a alguien, claramente no tiene ni el ABC del discípulo, atreviéndose a dar fruto amargo, a manifestar desamor o hacer algún daño. A estos se refiere Jesús cuando dice que les dirá:

“Les aseguro que no os conozco. Apártense de mí ustedes que hacen el mal.”

Hay otro nivel de desamor que mucho supuestamente creyentes practicantes tienen, sin tratarse de gente “mala”, considerándose buenos, respetuosos, cristianos, de buena voluntad (COMO EL HERMANO MAYOR DEL HIJO PRODIGO) pero que están lejos de ser lo que Cristo quiere que sean como discípulos suyos: es vivir en una mediocridad que no agrada a Dios, pues es una inmadurez que no nos permite dar el fruto que estamos llamados a dar:

  • Teniendo a Dios y a la Iglesia en menos consideración que cualquier aficionado tiene su hobby. Por ello da menos corazón, interés, tiempo y dinero; con frecuencia lo mínimo posible, como un cumplimiento por obligación.
  • No tiene tiempo ni motivación para ayudar. Puede ver un papel en la Iglesia y no lo recoge. Puede ver en necesidad a los sacerdotes, a los hermanos en la fe o a la Iglesia y no mover un dedo.
  • Entierra sus talentos, porque no los pone al servicio de los demás. Podría ayudar de muchos modos, pero prefiere vivir para sí mismo y para los suyos, no le alcanza el amor para brindar sus servicios y apoyo a la Iglesia.
  • Vive centrado en sí mismo, quiere que le agraden, pero no se molesta en agradar a los demás. Quiere que los demás den frutos buenos que el mismo no da.
  • Cumple desde su ego, por interés egoísta va a misa y se confiesa, de mala manera, pues no lo hace por amor a Dios y a los demás, sino por salvar el “pellejo”. tratando de evitar su posible condenación, pero quiere seguir en su pecado. Cree que con decirlos al sacerdote de vez en cuando ya cumple y ya merece perdón.
  • No tiene más tiempo para servir, para profundizar su fe, para compartir su fe.
  • Esta persona tal vez está en el infantilismo de primaria, cree que está bien, pero aún no es el discípulo que Cristo quiere que sea, pues no procura seriamente la santidad ni vivir la Vida que Cristo vino a darnos.

Lecturas de la Semana

Lunes: 2 Kgs 5:1-15ab; Ps 42:2, 3; 43:3, 4; Lk 4:24-30
Martes: Dn 3:25, 34-43; Sal 25 (24):4-5ab, 6, 7bc, 8-9; Mt 18:21-35
Miércoles: Dt 4:1, 5-9; Sal 147:12-13, 15-16, 19-20; Mt 5:17-19
Jueves: Jer 7:23-28; Sal 95 (94):1-2, 6-9; Lc 11:14-23
Viernes: Hos 14:2-10; Sal 81 (80):6c-11ab, 14, 17; Mc 12:28-34
Sábado: Os 6:1-6; Sal 51 (50):3-4, 18-19, 20-21ab; Lc 18:9-14
Domingo: 1 Sm 16:1b, 6-7, 10-13a; Sal 23 (22):1-6; Ef 5:8-14; Jn 9:1-41[1, 6-9, 13-17, 34-38]

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