Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

La Gracia Está en Todas Partes

Painting by / Pinturo por Erik Feather

Pintado por Erik Feather

Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario

La gracia está en todas partes; la gente de fe actúa según esa creencia. Los cristianos estamos llamados a buscar dentro de lo más profundo de nuestro ser para encontrar la presencia de Dios allí. Estamos llamados también a buscar afuera de nosotros para encontrarlo allí también. La realidad de la gracia ha sostenido y alimentado a la gente por encima de todo. La Iglesia nunca se cansa de contar la historia de los panes y los pescados. Se cuenta seis veces en los cuatro evangelios. Nos podemos imaginar a los dudosos Apóstoles metiendo la mano en las canastas y encontrar pan y más pan. Anticipamos el final. Los Apóstoles se cansaron antes de que se acabara el pan. En otro tiempo y lugar, Isaías también habló de una abundancia, esta vez de agua, miel y rica leche. Dios siempre es un dador de dones y nosotros los beneficiarios. Nuestra respuesta es la doxología o alabanza. En la segunda lectura Pablo proporciona las palabras y la actitud. La alabanza está en todas partes.

“El alma tiene sed de Dios, y nada más que Dios puede saciarla. Por lo tanto, Él vino a morar en la tierra y asumió un cuerpo con el fin de que ese cuerpo podría convertirse en el alimento de nuestras almas.” — San Juan Maria Vianney

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Vamos a reflexionar sobre la palabra de Dios

Se acercaron los discípulos a decirle: “¡Estamos en despoblado y es muy tarde; despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer’. Jesús les replicó: ‘No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.” (Mt 14: 14-16)

Esta semana el Evangelio nos propone como punto de referencia para nuestra vida el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Hemos elegido, de este hermoso relato, la frase de Cristo, dirigida a los discípulos y referida a la multitud que pasaba hambre: “Dadles vosotros de comer”. Se trata de un mandato vigente, pues sigue habiendo multitudes que pasan hambre. Nosotros, como aquellos sorprendidos apóstoles, solemos contestar diciendo que no tenemos prácticamente nada con lo que cumplir ese mandato; no somos ricos, no tenemos capacidad para influir en las grandes decisiones políticas, no podemos crear puestos de trabajo. Sin embargo, el Señor está dispuesto a hacer milagros con tal de que pongamos algo de nuestra parte, con tal de que pongamos simplemente lo poco que tenemos. Por lo tanto, no te fijes tanto en la inmensidad de las necesidades sino en lo que tú puedes hacer. La Madre Teresa decía que lo que podemos hacer es muy poco, pero que ese poco es lo que da sentido a nuestra vida. Será una gota de agua en un desierto, pero al menos habrá quitado la sed
a una persona.

Propósito: Examinar nuestras posibilidades de ayudar al prójimo: dinero, tiempo, cultura. Hacer propósitos concretos sobre ello y luego, al final de la semana, revisar lo hecho.

Vivamos la Palabra de Dios

En el Evangelio escuchamos que Jesús “sintió compasión de ellos y curó a los enfermos que traían” (Mateo 14:14). Después escuchamos a Jesús decir a los discípulos: “No es necesario que se vayan, denles ustedes mismos de comer” (Mateo 14:16). ¿De qué manera estas dos afirmaciones le hablan a tu corazón hoy?

Lecturas de la Semana

Lunes: Jer 28:1-17; Sal 119 (118):29, 43, 79, 80, 95, 102; Mt 14:22-36
Martes: Jer 30:1-2, 12-15, 18-22; Sal 102 (101):16-21, 29, 22-23; Mt 14:22-36
Miércoles: Dn 7:9-10, 13-14; Sal 97 (96):1-2, 5-6, 9; 2 Pe 1:16-19; Mt 17:1-9
Jueves: Jer 31:31-34; Sal 51 (50):12-15, 18-19; Mt 16:13-23
Viernes: Nah 2:1, 3; 3:1-3, 6-7; Dt 32:35cd-36ab, 39abcd, 41; Mt 16:24-28
Sábado: Heb 1:12 — 2:4; Sal 9:8-13; Mt 17:14-20
Domingo: 1 Re 19:9a, 11-13a; Sal 85 (84):9-14; Rom 9:1-5; Mt 14:22-33

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario;
Lunes:San Juan Maria Vianney
Martes: Dedicación de la Basilica de Santa María la Mayor
Miércoles: La Transfiguración del Señor; Día Memorial de Hiroshima
Jueves: San Sixto II y compañeros; San Cayetano
Viernes: Santo Domingo
Sábado: Santa Teresa Benedicta de la Cruz; Santa María Virgen; Día Memorial de Nagasaki

La concepción inmaculada de María

La proclamación del dogma de la Inmaculada (8 de diciembre de 1854) puso fin a una larguísima lucha en el seno de la Iglesia y a un intenso debate teológico. Por un lado estaban aquellos que, amando a la Virgen, consideraban que ésta debió nacer con el pecado original, puesto que Cristo, su Hijo, era el redentor de todos. Por otro, estaban los que, amando aún más a María, sostenían que ni siquiera ese pecado podía atribuírsele a nuestra Madre, sobre todo porque de ella habría de tomar carne el Hijo de Dios. La solución la apuntaron ya los teólogos franciscanos, singularmente Duns Scoto, cuando recordaron –y aún faltaban muchos años para llegar a descubrir las vacunas- que a una persona se le podía curar de dos maneras: una quitándole la enfermedad y otra evitando que la contrajera. Por lo tanto, Cristo es el redentor de todos, también de su Madre, pero a ésta, de cara a su futura maternidad, se le concedió el privilegio de ser concebida sin pecado original. Pero si ésta es la génesis y el contenido del dogma, las consecuencias del mismo son muchas; me gustaría destacar una de ellas, para dar gracias a Dios por lo que implica: la posibilidad de vencer al pecado, con la gracia de Dios.

No hay que olvidar que hubo otra mujer que tampoco conoció el pecado original: Eva. Y, sin embargo, pecó. Por lo tanto, el hecho de nacer sin esa mancha no implica, por sí mismo, que después, a lo largo de la vida, no se puede pecar. De hecho, las tentaciones que conocieron Adán y Eva, aunque fueran de otro tipo, también las padeció Jesús, como nos cuentan los Evangelios, y podemos suponer que lo mismo le sucedió a María. Sin embargo, la Inmaculada no pecó, se mantuvo limpia, rechazando al enemigo cuando éste pretendió separarla de la entrega de sí misma que había hecho a Dios. La nueva Eva pisó la cabeza de la serpiente todas las veces que ésta intentó seducirla y lo intentó de múltiples maneras. Esto lo entendió el pueblo de Dios cuando, durante tantos siglos, al defender la concepción inmaculada de María añadía otro concepto: que ella no sólo no tuvo el pecado original sino que no conoció nunca el pecado y por eso la llamaba “Purísima”. En España, de hecho, con frecuencia se usan de manera indistinta estos dos nombres para referirse a la Virgen: la Inmaculada y la Purísima. Pero si bien el primero de ellos se refiere sólo a su concepción, el segundo abarca el conjunto de su vida incluido el primero. Como consecuencia, y siguiendo el sentir popular, que fue el que logró la aprobación de este dogma, podemos afirmar que la pureza de nuestra Madre significa que es posible vencer al pecado, que no estamos condenados a pecar de manera irremediable, que si una mujer –una de nuestra estirpe- lo logró, también –con la gracia de Dios- podemos lograrlo nosotros.

Con la nueva Eva, con María, con la Inmaculada, comenzó la nueva creación. De ella nació Cristo, el Hijo de Dios e hijo de María, también él inmaculado y puro –ni conoció el pecado original ni el personal-. Los seguidores del Verbo encarnado, los cristianos, estamos llamados a imitarle, a rechazar el pecado, y el ejemplo de María –que, a diferencia de su Hijo, verdadero Dios, era sólo una mujer – nos alienta a luchar por conseguirlo, porque sabemos que es posible. Démosle gracias a Dios por ello, por la esperanza que nos da al contemplar a María Inmaculada y Purísima, vencedora con la gracia de Dios de todo pecado. Démosle gracias porque sabemos que también nosotros podemos hacerlo y eso nos mantiene en la lucha.

Propósito: Agradecer a Dios el modelo de María “sin pecado”, que nos indica un camino a seguir; el de la ausencia de todo interés en nuestra relación con Dios, el de la llena de gracia, la llena de amor.

Tesoros de Nuestra Tradición

Esta semana celebramos la fiesta de la Virgen de Copacabana. Copacabana es la capital de Manco Cápac, Bolivia. En dicho lugar, un descendiente de los reyes incas, Francisco Tito Yupanqui buscó esculpir una imagen de la Candelaria. Su primera imagen fue colocada en la iglesia por su párroco, pero llegó un nuevo párroco quien la sacó del templo por tosca y fea. El pobre de Tito viajó a Potosí, Bolivia, donde emprendió cursos de escultura. Con el tiempo esculpió otra imagen de la Candelaria. Esta vez estudió varias imágenes de María y mandó ofrecer una Misa a la Santísima Trinidad pidiéndole la inspiración necesaria para esculpir una imagen digna de la Virgen. Los años de práctica en su arte, unidos a su devoción, le ayudaron a esculpir una imagen fina y bella que en 1583 fue colocada en su propio santuario. La Virgen de Copacabana tiene uno de los primeros santuarios marianos en América Latina. Curiosamente, se celebra el 5 de agosto, día que María hizo nevar en la antigua ciudad de Roma, Italia, para mostrar dónde deseaba tener su primer templo.

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