Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Jesús, Hijo de Jeremías

Cuarto Domingo de Tiempo Ordinario

“Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra.” Lucas 4:24

La apertura de la lectura seleccionada de Jeremías es seguramente una de las más reconfortantes de la Escritura. Imagínate. Dios me conoció antes de mi concepción corporal; Dios me dedicó antes de mi nacimiento o de a cualquier rito de dedicación humana; ¡Dios me nombró profeta! Luego viene el uh-oh. Jeremías se le advierte que su nombramiento como profeta traerá oposición, contra la cual los profetas de Dios deben levantarse. De alguna manera, el nombramiento como profeta de Dios parece que debería ser un poco más feliz, como el glamur que podríamos pensar que vendrá de tener amigos en las altas esferas. Sin embargo, al igual que hay muchas fuerzas en el mundo que se oponen a la voluntad y la bondad divinas, también se oponen a los profetas de Dios. Una segunda ronda de garantías llega a Jeremías, una promesa de que Dios estará con Jeremías para fortalecerlo. Dios no le promete una vida libre de turbulencias, pero sí promete ser la fuerza de Jeremías.

En la sinagoga de Nazaret se produce un giro similar. Cuando Jesús habla de la unción del Espíritu sobre él, la unción descrita en Isaías, la multitud se asombra, y parece que incluso quiere atribuirse el mérito, ya que es un chico del pueblo. Entonces Jesús dice unas palabras de amor duro, y el “chico local” pivota a “¿quién se cree que es?” No se podría culpar a Jesús, en ese momento, si recordara las palabras de Jeremías, su antepasado profético. Aunque la multitud expulsó a Jesús de la ciudad y lo subió a una colina para arrojarlo a la muerte, aún no había llegado su hora. La fuerza y la protección que Dios promete a los profetas le llegó a Jesús ese día, cuando pasó por en medio de la multitud, ileso. Pasó en medio de ellos para continua la obra para la que el Espíritu le había ungido. Para nosotros, que seguimos la herencia profética de Jesús en este día, hemos sido advertidos. Pero también se nos ha asegurado el cuidado de Dios.

Lecturas de la Semana

Lunes: 2 Sm 15:13-14, 30; 16:5-13; Sal 3:2-7; Mc 5:1-20
Martes: 2 Sm 18:9-10, 14b, 24-25a, 30 — 19:3; Sal 86 (85):1-6; Mc 5:21-43
Miércoles: Mal 3:1-4; Sal 24 (23):7-10; Heb 2:14-18; Lc 2:22-40 [22-32]
Jueves: 1 Re 2:1-4, 10-12; 1 Cr 29:10-12; Mc 6:7-13
Viernes: Eclo 47:2-11; Sal 18 (17):31, 47, 50, 51; Mc 6:14-29
Sábado: 1 Re 3:4-13; Sal 119 (118):9-14; Mc 6:30-34
Domingo: Is 6:1-2a, 3-8; Sal 138 (137):1-5, 7-8; 1 Cor 15:1-11 [3-8, 11]; Lc 5:1-11

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario; Semana de las Escuelas Católicas
Lunes: San Juan Bosco
Martes: A o Nuevo Lunar 4720
Miércoles: La Presentación del Señor; Jornada Mundial de la Vida Consagrada; Día de la marmota
Jueves: San Blas; San Óscar; Bendición de las gargantas
Viernes: Primer viernes
Sábado: Santa Águeda; Primer sábado

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