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Iglesia Católica / Pacoima, CA

Jesús, la Ley, los Judios, y Nosotros

Tercer Domingo de Cuaresma

“Jesús les respondió: ‘Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré’.” Juan 2, 19

Para los judíos piadosos de la Palestina del siglo 1, la Ley mosaica prescribía la forma en que cada acción de la vida se dedicaba a Dios. La lectura del libro del Exodo nos dice cómo los Diez Mandamientos, la introducción a esta Ley amplia, se le da a Israel como un regalo por parte de Dios. En los evangelios, Jesús es representado como un rabino, o alguien que estudió la Ley. El conocimiento de un rabino idealmente incluía tanto los preceptos de la Ley como su contemplación reverente como regalo de Dios, dentro de la cual uno podía escuchar la propia voz de Dios. Esta era la forma en que los rabinos a través de los siglos utilizaron la Ley para adaptarse a las circunstancias cambiantes. Esto parece ser lo que Jesús estaba haciendo con los cambistas en el Templo.

Cuando Jesús acusó a los cambistas de profanación y los sacó del Templo, los mirones preguntaron con qué autoridad hacia tal cosa. Después de todo, ¿qué no era un sacrilegio comprar animales para los sacrificios y pagar con monedas paganas? ¿No fue así como los judíos adoptaron el mandato romano? Jesús no dice nada acerca de eso, él sólo sabe que ese tipo de comercio dentro del Templo era un sacrilegio. En otras partes del Evangelio a Jesús se le critica por que no es lo suficiente estricto con la Ley, así como cuando come con prostitutas y recaudadores de impuestos, pero aquí está indicando algo “más”.

Jesús está haciendo algo extraordinario, contrario a la practica ordinaria, provocando a los mirones que pidan una señal, una evidencia de que Dios está obrando por medio de Jesús. Su insistencia para que los cambistas se vayan, su visión clara sobre “la casa de mi Padre” y su referencia enigmática a él mismo como un templo, son signos de su intimidad contemplativa con su Padre que es el origen de su autoridad sobre la Ley.

Los católicos, como los judíos del primer siglo, tienen nuestros medios habituales para vivir en la presencia de Dios. Nosotros tenemos la liturgia, los sacramentos, las devociones y la oración personal. Durante la Cuaresma, se nos pide que seamos un poco más estrictos con nosotros mismos, escuchando la propia voz de Dios. Si lo hacemos, podríamos descubrir que nosotros también estamos llamados a algo “más”.

Lecturas de la Semana

Lunes: 2 Re 5:1-15b; Sal 42 (41):2, 3; 43:3, 4; Lc 4:24-30
Martes: Dn 3:25, 34-43; Sal 25 (24):4-5ab, 6-7bc, 8-9; Mt. 18:21-35
Miércoles: Dt 4:1, 5-9; Sal 147:12-13, 15-16, 19-20; Mt 5:17-19
Jueves: Jer 7:23-28; Sal 95 (94):1-2, 6-9; Lc 11:14-23
Viernes: Hos 14:2-10; Sal 81:6c-11ab, 14, 17; Mk 12:28-34
Sábado: Os 6:1-6; Sal 51 (50):3-4, 18-21ab; Lc 18:9-14
Domingo: 2 Cr 36:14-16, 19-23; Sal 137 (136):1-6; Ef 2:4-10; Jn 3:14-21

Los Santos y Otros Celebraciones

Domingo: Tercer Domingo de Cuaresma; Primer Escrutinio
Lunes: San Juan de Dios
Martes: Santa Francisca Romana
Viernes: Abstinencia

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