Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Meditemos con Jesús

Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario

“Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda.” Lucas 12:35

La santidad es la máxima vocación y dignidad que Dios quiere para todo ser humano, es la sabiduría y amor que tendremos todos en el cielo, y que estamos llamados a comenzar en la tierra. Vocación sublime, divina, eterna, de plenitud de vida, de libertad, de felicidad. Es la vida en abundancia que Cristo vino a darnos y nos dio por el don del Espíritu, el santificador.

La santidad es libertad, de apegos, de ídolos, de desórdenes egoístas. Es disponibilidad para hacer la voluntad de Dios, pues eso es lo más deseable. De ello nos dio buen ejemplo María: Hágase en mí según tu palabra. Ante los planes de Dios, los propios planes se desvanecen. Y ese será su petición también para todos nosotros: hagan lo que Él les diga.

Es asunto de confianza en El más que en nadie, más que en nosotros mismos. Me fio de Él, de que se voluntad es lo mejor, mucho mejor que la mía, pues Él sabe más, ve más, conoce más, y yo en cambio veo poco y distorsionado. No deberíamos fiarnos de nosotros mismos. Deberíamos fiarnos de Dios, de modo absoluto, total, incuestionable. Su voluntad es la mejor, pues solo él ve lo que nosotros no podemos ver, tanto del presente como del futuro. Fiémonos de él.

Y esa confianza nos llevará a buscar siempre su voluntad, de modo incuestionable. Si sé que él me dice algo lo hago; si sé que quiere algo, lo hago. No está en cuestión. Es Dios quien me lo dice, a veces por medio de su Iglesia, por alguno de sus ungidos, entonces sin duda es lo mejor para mí y para todos. En efecto, no es mi voluntad la que debo de cumplir sino la de Dios. Estoy tan cerca de Dios como lo estoy de su voluntad.

Solo haciendo su voluntad le amo de verdad y puedo decir que tengo fe. Pues si no busco su voluntad, aunque mi ego se engañe pensando tener fe, porque es catequista, cura u obispo, pero no tiene fe ni amor a Dios.

“Si alguno me ama guardará mi palabra, vendremos a él y haremos morada en él.”Jn 14,19s

Si me dice que no robe, no robo. Aunque lo tenga fácil, a mi alcance, sin que nadie me vea. Ni pequeño ni grande. Fiarme de Dios me llevará a desconfiar de mí y de la carne, como dice Jeremías 17,6s:

“Así dice el SEÑOR: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su corazón…”

Por ello, no deberíamos pensar que es muy difícil; es imposible para el hombre, pero para eso nos dio su Espíritu, para hacerlo posible. Como dijo Santo Tomás, para ser santo se necesitan tres cosas: querer, querer y querer. Solo eso. El que no lo es, es porque le falta convicción para quererlo realmente y de corazón. La ciencia más acabada es que el hombre en Gracia acabe, pues al fin de la jornada aquel que se salva, sabe y el que no, no sabe nada. Lucas 12,43:

“Dichoso el siervo cuyo señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber…”

Lecturas de la Semana

Lunes: Ez 1:2-5, 24-28c; Sal 148:1-2, 11-14; Mt 17:22-27
Martes: Ez 2:8 — 3:4; Sal 119 (118):14, 24, 72, 103, 111, 131; Mt 18:1-5, 10, 12-14
Miércoles: 2 Cor 9:6-10; Sal 112 (111):1-2, 5-9; Jn 12:24-26
Jueves: Ez 12:1-12; Sal 78 (77):56-59, 61-62: Mt 18:21 — 19:1
Viernes: Ez 16:1-15, 60, 63 o 16:59-63; Is 12:2-3, 4bcd-6; Mt 19:3-12
Sábado: Ez 18:1-10, 13b, 30-32; Sal 51 (50):12-15, 18-19; Mt 19:13-15
Domingo: Jer 38:4-6, 8-10; Sal 40 (39):2-4, 18; Heb 12:1-4; Lc 12:49-53

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario
Lunes: Santo Domingo
Martes: Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
Miércoles: San Lorenzo
Jueves: Santa Clara
Viernes: Santa Juana Francisca de Chantal
Sábado: Santos Ponciano e Hipólito; Santa María Virgen

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