Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Mirando Hacía el Último Día

Todos los Fieles Difuntos

Hoy la Iglesia recuerda a todos los que han caminado el camino de Cristo y han pasado a la otra vida. Las lecturas todas miran al último día, cuando todos resucitaremos de entre los muertos y nos encontraremos de nuevo. El profeta Daniel anuncia palabras de prevención y bienestar. Nos previene sobre el juicio que ha de venir, pero también nos consuela y nos asegura que todo el que vive una vida de virtud y de justicia alcanzará la vida eterna. La lectura de romanos nos recuerda que, por la pasión, muerte y resurrección de Cristo y por nuestra participación en ese misterio pascual mediante el Bautismo, nosotros ahora compartimos esa nueva vida que Cristo nos ganó. Este reconocimiento tiene repercusiones: necesitamos vivir justamente ahora, para poder alcanzar la vida eterna con Cristo en el último día. En el Evangelio Jesús promete que ninguno de aquellos que el Padre le ha confiado se perderá. Todos los justos serán resucitados para gozar y vivir eternamente en la presencia de Dios.

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Un Saludo a nombre del P. Cesar y el P. Walter

En este Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario reflexionaremos sobre el tema una “labor de amor.” En la Primera lectura del Éxodo: “Si el pobre me implora, lo escuchare, porque soy compasivo.” ¿Cuantas personas conoces que puedes describir con la palabra compasiva?… La segunda lectura de la Carta de Tesalonicenses: Por tu bien, sabes qué tipo de personas te rodean… ¿Hay alguien a quien le debas tu gratitud o tus oraciones?…

En el Evangelio de Mateo: “Deberás amar al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, alma y mente.” ¿De cuantas formas has expresado tu amor hoy? ¿Quienes son los beneficiarios de tu amor? Les damos las gracias a todas las personas, que a lo largo de la fiesta en honor a San Judas Tadeo, que desplegaron una labor de amor a Dios, a su comunidad, y a su iglesia. Que el Señor de la vida, los siga bendiciendo con abundantes gracias.

Reflexionemos sobre la Palabra de Dios

Una amiga me confió que ella había sido la última en su familia en dejar de ir a Misa los domingos. Sus hermanos y hermanas habían abandonado esa práctica hacía bastante tiempo. Las razones tenían mucho que ver con la calidad del liderazgo eclesial que habían experimentado. Demasiada demostración exterior de autoridad y muy poca indicación de santidad interior. Dispensar las enseñanzas oficiales no es suficiente. Vivir humildemente y como servidores es central en todo ministerio. Las palabras severas del profeta Malaquías parecen ser más relevantes que nunca en la actualidad. Cuando nosotros los sacerdotes dejamos de andar por el camino de Cristo, cuando dejamos de dar gloria a Dios con nuestras obras, dejamos de ser dignos de nuestro llamado a servir al pueblo de Dios. Por supuesto que esa clase de comportamiento no se limita al clero. Jesús le habla a las multitudes y a los discípulos acerca de los fariseos, que eran líderes laicos que se veían a sí mismos como “separados” del resto por sus signos exteriores de piedad. Jesús los llama también a ellos a vivir auténticamente. “El mayor de ustedes será el que sirva a los demás”, dice Jesús, un mensaje que repite una y otra vez en los evangelios. Sus discípulos se resistían tanto entonces como ahora. Pero el fiel discipulado no tiene nada que ver con títulos, ni con vestimentas eclesiales, ni con darse importancia. El discipulado en el reino que Jesús vino a predicar significa ser hermanos y hermanas que se reúnen alrededor de Jesucristo, el único Maestro, que se humilló a sí mismo y esperó a que Dios lo exaltara. Que esa meta sea también la nuestra.

Vivamos la Palabra de Dios

Oramos por todos los que tienen cargos de liderazgo y autoridad en la Iglesia, para que no sólo hablen del Evangelio, sino también lo encarnen en su vida. Podemos pedirle a Dios que nos dé más hombres y mujeres que enseñen de palabra y además con su ejemplo, y que caminen humildemente por los caminos de Dios.

Ver las Lecturas

Lecturas de la Semana

Lunes: Fil 2:1-4; Sal 131 (130):1bcde-3; Lc 14:12-14
Martes: Fil 2:5-11; Sal 22 (21):26b-32; Lc 14:15-24
Miércoles: Fil 2:12-18; Sal 27 (26):1, 4, 13-14; Lc 14:25-33
Jueves: Fil 3:3-8a; Sal 105 (104):2-7; Lc 15:1-10
Viernes: Fil 3:17 — 4:1; Sal 122 (121):1-5; Lc 16:1-8
Sábado: Fil 4:10-19; Sal 112 (111):1b-2, 5-6, 8a, 9; Lc 16:9-15
Domingo: Ez 47:1-2, 8-9, 12; Sal 46 (45):2-3, 5-6, 8-9; 1 Cor 3:9c-11, 16-17; Jn 2:13-22

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Todos los Fieles Difuntos; Retrase el reloj una hora; Semana para Promover la Vocaciones
Lunes: Trigésima Primera Semana del Tiempo Ordinario; San Martín de Porres
Martes: San Carlos Borromeo; Día de elecciones
Viernes: Primer viernes
Sábado: Santa María Virgen

Tesoros de Nuestra Fe

Cuando era niño tuve problemas con inaguantables dolores de cabeza. Después de casi tres meses batallando con esta enfermedad una señora me regaló una estampita de san Martín de Porres que contenía un pedacito de su hábito. Dormí con esta estampita debajo de mi almohada y al tercer día sané de mi dolor. Fue así como conocí por primera vez a este santo negrito y a sus animalitos. Martín fue un religioso dominico de nacionalidad peruana que vivió de 1579 a 1639 y fue canonizado en 1962. Sin lugar a dudas, es uno de los santos más populares de América Latina. En él encontramos una persona con la cual nos podemos identificar ya que muchas veces a nosotros nos limitan las oportunidades debido a nuestro origen y el color de nuestra piel. Por su origen (era hijo de un español y de una africana) ilegítimo y su color mulato, Martín tuvo problemas para ingresar a la Orden de los Predicadores. Eventualmente la santidad de sus obras y la fama de sus milagros le abrieron camino para incorporarse plenamente a los dominicos. Normalmente es representado con una escoba y unos animalitos, recordando la humildad de su servicio pastoral.

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