Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Hablando con Amor

Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

En los versículos finales del Evangelio de hoy Jesús dice que cuando dos o tres se reúnen en su nombre, “yo estoy ahí en medio de ellos”. Por eso entendemos que las correcciones fraternales siempre se hacen con Jesús presente ante nosotros. De la misma manera, animar el bien en otros no es sólo lo correcto, sino que es una necesidad. El Señor le dice al profeta Ezequiel que “si no habla” para que la persona se aparte de su mala vida, él también tendrá que rendir cuenta. Vivimos en una época en que “hacemos lo que queremos” donde la moralidad objetiva se ignora. Claramente cuando el mensaje que compartimos con otros se hace por amor, nuestros motivos no pueden mal interpretarse. Como san Pablo ya lo dice: “Con el amor, no se hace ningún mal al prójimo. Por eso en el amor cabe toda la Ley” (Romanos 13:10).

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“Corrección Fraternal” por Norman Rockwell

Reflexionemos sobre la Palabra de Dios

Durante los primeros meses de casados, el período de la luna de miel, nuestro cónyuge puede parecernos perfecto. Él o ella no puede hacer nada que esté mal. Pronto, sin embargo, llega la realidad y empezamos a acumular heridas. Podemos herirnos mutuamente a propósito o sin proponérnoslo. Es básicamente lo que sucede en una familia o en una comunidad. Tarde o temprano nuestro amor de los unos por los otros se pone a prueba por el pecado y la debilidad humana. ¿Soportaremos el comportamiento de otras personas o las confrontaremos? ¿Cuál de las dos opciones refleja el verdadero amor? Hoy Pablo nos recuerda algunos signos del amor verdadero al advertirnos lo que no harán aquellos que aman. Las otras Escrituras hacen notar algunos signos sorprendentes del amor verdadero. En el amor de los unos a los otros pudieran estar presentes el atosigar, confrontar, pelear o contar secretos familiares. Ciertamente estará presente el respeto y la aceptación mutua junto a una dosis saludable de oración de los unos por los otros. Y el amor verdadero tratará constantemente de buscar lo mejor en las personas que amamos.

Vivamos la Palabra de Dios

Pudiéramos esperar que alguien que amamos o un miembro de nuestra comunidad tengan un cambio de actitud. Pero primero debemos cambiar nuestra propia actitud al perdonar y aceptar a la otra persona con verdadero amor. El verdadero amor comienza por reconocer nuestras propias “faltas” y suavizar nuestro corazón hacia las personas que amamos.

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Lecturas de la Semana

Lunes: Mi 5:1-4a o/or Rom 8:28-30; Sal 13 (13):6; Mt 1:1-16, 18-23 [18-23]
Martes: 1 Cor 6:1-11; Sal 149 (148):1b-6a, 9b; Lc 6:12-19
Miércoles: 1 Cor 7:25-31; Sal 45 (44):11-12, 14-17; Lc 6:20-26
Jueves: 1 Cor 8:1b-7, 11-13; Sal 139 (138):1b-3, 13-14ab, 23-24; Lc 6:27-38
Viernes: 1 Cor 9:16-19, 22b-27; Sal 84 (83):3-6, 12; Lc 6:39-42
Sábado: 1 Cor 10:14-22; Sal 116 (115):12-13, 17-18; Lc 6:43-49
Domingo: Nm 21:4b-9; Sal 78 (77):1-2, 34-38; Phil/Fil 2:6-11; Jn 3:13-17

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario; Día de los Abuelos
Lunes: La Natividad de la Santísima Virgen María
Martes: San Pedro Claver
Jueves: Día de los Patriotas
Viernes: El Santísimo Nombre de la Virgen María
Sábado: San Juan Crisóstomo

Tesoros de Nuestra Fe

Muchos católicos afroamericanos son miembros de los Caballeros de San Pedro Claver, organización fundada para ellos en 1909, cuando el racismo no les permitía participar en organizaciones euro estadounidenses. Esta organización toma su nombre de un jesuita español del siglo XVII, Pedro, quien llegó a Cartagena (Colombia) en 1610 y se escandalizó ante la trata de esclavos en el continente americano. A pesar de censuras papales en contra de la esclavitud esta pecaminosa costumbre seguía robando humanidad a los africanos. Pedro se consagró al servicio de ellos, recibiéndolos con caridad, comida y alivio apenas llegaban en los barcos. Pedro no pudo liberar a los esclavos pero si se dedicó a servirlos y convertirlos. Él preparaba catequistas de entre los mismos africanos para que pudieran cristianizar a los recién llegados. Pedro Claver sufrió muchos insultos y calumnias por reunir a los africanos en iglesias y en especial, por darles los sacramentos cristianos. Sus propios superiores, dejándose llevar por las críticas de los criollos, lo castigaban por el trabajo que hacía con los esclavos. Por tal razón se autonombró como “Pedro Claver, de los negros, esclavo para siempre”.

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