Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

La Recompensa

Solemnidad de Todos los Santos

Resurrection of Jesus

“Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin.” 1 Juan 3, 2

Las organizaciones exitosas se mantienen con firmes declaraciones de su misión. El Día de Todos los Santos refresca la memoria a la iglesia de su misión: conocer el amor de Dios en la tierra para experimentar la plenitud de la felicidad de Dios para siempre en el cielo. La Iglesia misma y cada uno de nosotros, sus miembros, puede aprovechar esta celebración para dar gracias y renovar nuestro compromiso con la evangelización. Si el corazón de Jesús desea unir a todas las almas en el cielo, entonces debemos dedicar tiempo seriamente orando por y sirviendo al pueblo de Dios. En nuestras palabras y acciones podemos derramar el amor de Cristo en el mundo. Podemos ser la luz del mundo recordando a todos que esta vida es un anticipo de lo que está por venir.

El enemigo de Dios, Satanás, no quiere que pensemos en el cielo, que nos preparemos para el cielo o que anhelemos la paz celestial. Satanás quiere que nos olvidemos de nuestra relación con el Señor y vivamos sólo para la gloria que podemos encontrar aquí y ahora. Sentimos esa atracción infernal cada vez que nos cansamos de hacer el bien, especialmente cuando nadie nos aprecia o nos lo agradece. Sabemos de la tentación de la desesperación cuando escuchamos a los escépticos ridiculizar a los creyentes, especialmente si no podemos señalar pruebas convincentes de que Dios nos ofrece una vida después de esta. De vez en cuando podemos tener estas experiencias débiles e incomodas o piden enraizarse en nuestros corazones y mortificarnos por años. Esto es precisamente por lo que debemos celebrar el Día de Todos los Santos con abundante alegría, porque cada alma bendita en el cielo está rezando por nosotros. La Comunión de los Santos es de verdad y la fuerza que Jesús nos envía a través de sus oraciones hace una diferencia verdadera en nuestras vidas. Así como oramos unos por otros aquí en la tierra, nuestros hermanos y hermanas mayores en Cristo continúan orando por nosotros, invitándonos a conocer y compartir el amor de Dios.

Lecturas de la Semana

Lunes: Sab 3:1-9; Sal 23 (22):1-6; Rom 5:5-11 o 6:3-9; Jn 6:37-40, o lecturas de entre las Misas para los difuntos
Martes: Fil 2:5-11; Sal 22 (21):26b-32; Lc 14:15-24
Miércoles: Fil 2:12-18; Sal 27 (26):1, 4, 13-14; Lc 14:25-33
Jueves: Fil 3:3-8a; Sal 105 (104):2-7; Lc 15:1-10
Viernes: Fil 3:17 — 4:1; Sal 122 (121):1-5; Lc 16:1-8
Sábado: Fil 4:10-19; Sal 112 (111):1b-2, 5-6, 8a, 9; Lc 16:9-15
Domingo: Sab 6:12-16; Sal 63 (62):2-8; 1 Tes 4:13-18 [13-14]; Mt 25:1-13

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