Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Venga a Nosotros tu Reino

Undécimo Domingo del Tiempo Ordinario

“El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos.” Marcos 4:31-32

“El Evangelio de Marcos no es más que un testimonio de la fuerza de las parábolas para ilustrar la Buena Nueva a través de una historia. Jesús era un maestro contando historias, que comprendía la importancia de usar imágenes e ideas con los que sus oyentes pudieran relacionarse. Una semilla, una planta de mostaza, simbolizaría uno de los enfoques característicos de Marcos: el Reino de Dios. Siglos antes, el profeta Ezequiel proclamó muy poéticamente a los israelitas, recién liberados del cautiverio de Babilonia, que su Dios todavía era su esperanza, su consuelo, su rescate y su refugio. Aquellos refugiados entenderían la imagen del impotente cedro como símbolo de su reino, cortado, caído, capturado, Al restaurar su reino, su Dios les estaba dando una nueva creación (el brote replantado) y una nueva alianza.

Ezequiel dijo que Dios arrancaría “un brote tierno” (17:11) para replantarlo. ¿A qué te suena esto? Como a algo del
Adviento desde luego, y específicamente a las palabras del profeta Isaías: “Saldrá un brote del tronco de Jesé, un retoño brotará de sus raíces” (Isaías 11:1); y una vez más en los textos mesiánicos escuchamos: “Creció ante el Señor como un retoño” (53:2). Jesé fue el padre del gran rey David y como sabemos, Jesús vino a ser ese brote tierno, ese florecimiento, el nuevo rey davídico cuyo trono, la cruz, una vez fue un árbol. Jesús, la encarnación de Dios, nacido plenamente humano, es el cumplimiento de la promesa de Ezequiel del cedro renovado y restaurado, el nuevo Reino. Esa creación y alianza nuevas existen para nosotros en la Iglesia, a través del Espíritu Santo que hace que la semilla plantada dentro de nosotros florezca y se extienda. Así tenemos la fe y el valor de ser ese signo visible del Reino que lleva la esperanza y la renovación al mundo. Debemos vivir vidas del Reino antes de poder convencer a otros que lo hagan.

Lecturas de la Semana

Lunes: 2 Cor 6:1-10; Sal 98 (97):1, 2b, 3-4; Mt 5:38-42
Martes: 2 Cor 8:1-9; Sal 146 (145):2, 5-9a; Mt 5:43-48
Miércoles: 2 Cor 9:6-11; Sal 112 (111):1bc-4, 9; Mt 6:1-6, 16-18
Jueves: 2 Cor 11:1-11; Sal 111 (110):1b-4, 7-8; Mt 6:7-15
Viernes: 2 Cor 11:18, 21-30; Sal 34 (33):2-7; Mt 6:19-23
Sábado: 2 Cor 12:1-10; Sal 34 (33):8-13; Mt 6:24-34
Domingo: Job 38:1, 8-11; Sal 107 (106):23-26, 28-31; 2 Cor 5:14-17; Mc 4:35-41

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