Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Somos Ciudadanos del Cielo

Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario

“Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.”Sal. 145

Así podríamos decir todos los cristianos, discípulos de Cristo; esta es NUESTRA CARTA DE IDENTIDAD: Soy hijo amado de Dios, he sido enviado para ser luz en este mundo, para llevar la verdad que libera, que alivia las cargas, que capacita para tomar la cruz con amor, que da esperanza y amor.

Estoy en este mundo de paso. Podría salir hoy para mi patria celestial, aunque aún no la conozco, pero Dios me dio la ciudadanía para que pueda entrar cuando me toque morir a este mundo. He sido ungido con el Espíritu Santo que me hizo hijo en el Hijo, Jesucristo. Por ello he sido llamado a ser santo, pues el Espíritu Santificador está en mi para guiarme, para actuar, para santificarme y hacerme luz del mundo.

He sido llamado y enviado a ser don de Dios para el mundo, miembro sano del cuerpo de Cristo que ayuda a otros miembros a sanar y a recobrar la vida divina. Para ello he sido ungido, Dios quiere seguir amando y actuando por medio de nosotros que somos su Iglesia.

Cristo se hizo uno con su Iglesia y contigo, como nos muestra claramente en el Bautismo y en la Eucaristía; por ello nos asegura que somos suyos y que no quedará sin recompensa el que te de un vaso de agua por ser su discípulo. El que a ti te recibe, a El recibe y el que te rechaza, a El rechaza.

Soy templo del Espíritu Santo que mora en mí por los Sacramentos y por la vivencia de su Palabra. Quiere Dios seguir dando su vida en abundancia por medio de mí.

Acepto plenamente este destierro, con todas sus consecuencias, con las imperfecciones, limitaciones y sufrimientos, pues sé que es consecuencia del pecado y reconozco que es mucho más lo que no veo ni puedo entender que lo que veo, por ello confío en Dios que me ama y acepto todo con amor y con fe. Dios quiere que mi vida sea un “sí” permanente a todo esto, una aceptación de la cruz de cada día, para poder ser su discípulo y testigo de su amor.

Soy tuyo Señor, por eso debo decirte de corazón, confiado totalmente en tu amor paterno y materno, lo que tú quieras y cuando tú quieras, pues soy tuyo y estoy para servirte por siempre, por toda la eternidad. Hazme tuyo, hazme dócil a tu santo Espíritu y a tu divina voluntad. Ayúdame a agradarte siempre y apártame de todo mal, de lo que no te agrada. Pero ya sabes lo débil que soy, si voy a tener que cargar una cruz hazme fuerte para llevarla o llévala tú por medio de mí. Puedo morir hoy si es tu santa voluntad, todo lo que quieras y cuando quieras, pues sé que debo fiarme más de ti que de mí. Yo no sé nada, tú sabes todo, estoy a tu disposición. Gracias Señor. Quiero vivir ya aquí los valores del Cielo, los que viviré durante toda la eternidad con los Santos bienaventurados y felices: humilde, en la verdad, limpio de corazón, con sed de justicia y luchando por ella, dispuesto a morir por la Verdad, pues solo en estos valores encuentro paz y felicidad.

Lecturas de la Semana

Lunes: Heb 11:32-40; Sal 31 (30):20-24; Mc 5:1-20
Martes: Heb 12:1-4; Sal 22 (21):26b-28, 30-32; Mc 5:21-43
Miércoles: Heb 12:4-7, 11-15; Sal 103 (102):1-2, 13-14,17-18a; Mc 6:1-6
Jueves: Mal 3:1-4; Sal 24 (23):7-10; Heb 2:14-18; Lc 2:22-40 [22-32]
Viernes: Heb 13:1-8; Sal 27 (26):1, 3, 5, 8b-9; Mc 6:14-29
Sábado: Heb 13:15-17, 20-21; Sal 23 (22):1-6; Mc 6:30-34
Domingo: Is 58:7-10; Sal 112 (111):4-9; 1 Cor 2:1-5; Mt 5:13-16

Accessibility Statement