Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Ser Sus Discipulos

La formación que todos deberíamos estar procurando día a día es la conformación con Cristo. Está a nuestro alcance y es la mejor carrera, la más alta, la que más recompensa nos brinda ya en esta vida y para la eternidad: ser discípulo de Cristo. ¿Lo eres? Lo bueno de esta carrera es que nos da acceso a la verdadera sabiduría, liberándonos de mucha cortedad de miras humana, nos gradúa la vista para ver correctamente con los ojos de Dios, nos libera de mucha necedad y torpeza, pues va llevándonos a la madurez cristiana, a la dignidad divina, a la libertad de hijos de Dios.

Esta carrera nos colmará de los frutos del Espíritu, que es lo más deseable y preciado que podemos encontrar en este mundo, amor, gozo, paz, paciencia, bondad, mansedumbre, dominio de nuestro ego. También nos da acceso a sus dones: sabiduría, fortaleza, discernimiento, ciencia, consejo, …

La llamada que hizo Jesús a sus primeros discípulos es la que nos hace hoy a cada uno de nosotros: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1,15). Nos invita a la conversión, para abrirnos a la vivencia de su Reino, es decir a dejarte ser nuestro rey y señor. Dejar a Dios ser Dios en nuestra vida, en nuestra mente, corazón y fuerzas. Este es el máximo ideal al que podemos aspirar, pues nada hay mas grandioso que vivir su Reino de amor, gozo y paz en nuestros corazones. Por ello nos pedirá buscar primero su Reino, ante todo lo demás, que se nos dará por añadidura.

Esto requiere conversión, de los valores pasajeros a los eternos, del egoísmo al amor, de lo terrenal a lo celestial, de lo humano a lo divino que es lo que Cristo viene a darnos. Y Jesús nos instruye, como hizo con sus primeros discípulos para vivir este ideal, como hijos de Dios. Así se entiende lo que nos dice este texto:

«105 que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como sí no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina (1 co 7,2955).

Si experimentamos el Reino de Dios, no lo cambiamos por nada, vivimos plenos y no ponemos el corazón en lo de este mundo pasajero. ¿Qué más podemos desear? Ninguna otra carrera ni logro de este mundo nos asegura tales frutos y dones inestimables. Y lo mejor es que no hace falta ir a estudiar a un lugar concreto, ni pagar matriculas, ni someterse a un horario de dases, etc. Pues se trata de la escuela de la vida misma, y tiene por maestro a Jesús, que nos sigue enseñando constantemente por medio de su Iglesia, siempre a nuestra disposición, donde quiera que estemos, cada vez que le abrimos el corazón.

Formarnos con Él, el más prestigioso maestro, que nos da la verdadera sabiduría. Solo hay una condición o requisito necesario: querer. Querer de verdad nos llevará a buscar y a poner los medios necesarios, pues si uno no busca no encuentra.

Lecturas de la Semana

Domingo: Jon 3, 1-5. 10; Salmo 24; 1 Cor 7, 29-31; Mc 1, 14-20
Lunes: 2 Sm 5, 1-7. 10; Salmo 88, 20. 21-22. 25-26; Mc 3, 22-30
Martes: 2 Sm 6, 12-15. 17-19; Salmo 23, 7. 8. 9. 10; Mc 3, 31-35
Miércoles: 2 Sm 7, 4-17; Salmo 88, 4-5. 27-28. 29-30; Mc 4, 1-20
Jueves: Hch 22, 3-16; Salmo 116, 1bc. 2; Mc 16, 15-18
Viernes: 2 Tm 1, 1-8; Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10; Mc 4, 26-34
Sábado: 2 Sm 12, 1-7. 10-17; Salmo 50, 12-13. 14-15. 16-17; Mc 4, 35-41

Conmemoraciones de la Semana

Lunes: Día de oración por la protección legal de los niños no nacidos
Miércoles: Memoria de San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia
Jueves: Fiesta de la Conversión de San Pablo, Apóstol
Viernes: Memoria de Santos Timoteo y Tito, obispos

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