Español English María Inmaculada
Iglesia Católica / Pacoima, CA

Jesús Guía de Ciegos

Tercer Domingo de Pascua

“Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.”Sal. 15

Por eso Jesús merece nuestra plena y absoluta confianza, porque El ve muchas cosas que nosotros no vemos, pues nuestro conocimiento es limitado y distorsionado.

“Ahora vemos como por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.”1 Cor 13,12

Así como el vidente puede ayudar mucho al invidente, para no tropezar ni meter el pie en el pozo, así también Jesús es el más indicado para trazarnos el camino de la Vida, pues solo El lo sabe, con muchos más datos de los que tenemos nosotros. Así vemos ayudando a los de Emaús a entender todo lo sucedido desde la luz de la Escritura.

Muchos experimentamos esa misma impotencia: Saber que Dios existe, que nos vino a marcar el camino de la vida, y tener que lidiar con la necedad y ceguera de los que se atreven a negar su mera existencia, sin darse a la tarea ni de escuchar temas, razones, y simplemente tomando la mala decisión de creer que todo se hizo solo y que no se necesita un creador para que la belleza de esta creación viniera a la existencia; simplemente se cierran a pensar en eso, y a creer en algo tan fundamental que tiene que ver con el mismo sentido de la vida en este mundo.

Como la ceguera de los que dan su voto por los peores políticos posibles, que ya se sabe que van a aprobar leyes inicuas, inmorales, que traerán muerte y destrucción social y económica, pero no puedes convencerles de que no deben votar por ese candidato o partido, pues ellos no quieren escuchar tal cosa, ni escuchar a la oposición, ni ver ni estudiar más, solo quieren seguir siendo engañados por el mismo medio que los ha venido engañando y adoctrinando, y como dice un dicho, muchos prefieren seguir siendo engañados a tener que reconocer que estaban engañados.

Así, muchos están como ciegos, pensando que Dios no existe o creyendo que el malo es el bueno, pero no quieren verlo de otra manera. Y los que estamos seguros de su existencia, que la experimentamos y hemos comprobado una y otra vez, sentimos la impotencia de no poder hacer nada para abrir los ojos de esos ciegos ni los oídos de esos sordos, porque no quieren ver, ni quieren oír más.

Es la peor desgracia que puede sufrir un ser humano, el ESTANCAMIENTO, que se da cuando decide cerrar su oído y no querer saber más, como si fuera Dios; cree que ya sabe todo, que ya conoce la verdad y no quiere seguir escuchando, aprendiendo, ni mucho menos está dispuesto a cambiar sus posturas. Eso es estar herméticamente cerrado. Es lamentable y digno de compasión, peor que unas piernas paralizadas, es el alma la que quedo atrofiada incapaz de avanzar más en su desarrollo.

No podemos perder la esperanza, como no la pierde Dios con ninguno de nosotros, ni la perdió con sus discípulos, con paciencia se los enseñaba una y otra vez, con palabras y obras, con ejemplos y milagros, los acompañó siempre. Hay que actuar como El hizo, con nuestros familiares y conocidos, con paciencia, oración, razones… y esperar que un día se abran a Dios y les venga la luz, para que puedan seguir su progreso y maduración espiritual. JS no solo nos guía, sino que nos devuelve la vista. EL ES NUESTRA LUZ.

Lecturas de la Semana

Lunes: Hch 6:8-15; Sal 119 (118):23-24, 26-27, 29-30; Jn 6:22-29
Martes: 1 Pe 5:5b-14; Sal 89 (88):2-3, 6-7, 16-17; Mc 16:15-20
Miércoles: Hch 8:1b-8; Sal 66 (65):1-3a, 4-7a; Jn 6:35-40
Jueves: Hch 8:26-40; Sal 66 (65):8-9, 16-17, 20; Jn 6:44-51
Viernes: Hch 9:1-20; Sal 117 (116):1bc, 2; Jn 6:52-59
Sábado: Hch 9:31-42; Sal 116 (115):12-17; Jn 6:60-69
Domingo: Hch 2:14a, 36-41; Sal 23 (22):1-6; 1 Pe 2:20b-25; Jn 10:1-10

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