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Iglesia Católica / Pacoima, CA

¿Qué debemos hacer?

Tercer Domingo de Adviento

“Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias.” Lucas 3:16

La alegría y el júbilo resuenan en la primera lectura, ya que la antigua profecía mesiánica de Sofonías presenta a Dios “alegrándose por nosotros, renovándonos en su amor, cantando con alegría por nosotros como se canta en las fiestas”. Este Dios alegre no está distante: el profeta declara dos veces que Dios “está en medio de ustedes”. Sofonías confía tanto en el amor de este Dios alegre por nosotros que declara que nuestra liberación es “un hecho”: tanto del miedo y la culpa internos, “el Señor ha quitado el juicio contra ustedes”, como de las amenazas externas: “ha alejado a tus enemigos”. El Salmo Responsorial, del profeta principal del Adviento, Isaías, se hace eco de una alegría jubilosa que debería impulsarnos a estar “confiados y sin miedo”, “porque entre ustedes está el grande y Santo de Israel”. Pablo también exhorta a los Filipénses, y a nosotros, a la alegría, a una bondad que debe ser evidente para todos, a una oración libre de ansiedad, serena y agradecida.

Pero entonces Juan el Bautista grita en la orilla del Jordán: ¡Arrepiéntanse! Prepárense para un Mesías que bautizará “con el Espíritu Santo y fuego”; a diferencia del bautismo de Juan con agua, transformará por completo a sus destinatarios. Su horquilla limpiará la madera muerta, agrupando el trigo y quemando la paja en un fuego que no se extingue. Si esto va a ser una “Buena Nueva” para nosotros, entonces bien podríamos, como. las multitudes, los recaudadores de impuestos y los soldados que escucharon por primera vez a Juan preguntar “¿Qué debemos hacer?” Cuando Juan responde a la gente de entonces, y a nosotros hoy, la respuesta, aunque supremamente desafiante, es casi sorprendentemente sencilla. A nadie se le ordena que abandone el lugar en el que el camino personal de su vida o las realidades de una historia más allá de su control le han puesto. Dios nos salva, no a pesar de las circunstancias de nuestra vida real ni al margen de ellas, sino en ellas y a través de ellas. Nuestra llamada ahora es a la caridad práctica y generosa: debemos compartir ropa y comida; practicar la justicia y la integridad profesional y personal; y ser honestos con los demás y con nosotros mismos. Tal es la enseñanza del Mesías que Juan anunció.

Lecturas de la Semana

Lunes: Nm 24:2-7, 15-17a; Sal 25 (24):4-5ab, 6, 7bc-9;Mt 21:23-27
Martes: Sof 3:1-2, 9-13; Sal 34 (33):2-3, 6-7, 17-19, 23; Mt 21:28-32
Miércoles: Is 45:6b-8, 18, 21b-25; Sal 85 (84):9-14; Lc 7:18b-23
Jueves: Is 54:1-10; Sal 30 (29):2, 4-6, 11-12a, 13b; Lc 7:24-30
Viernes: Gn 49:2, 8-10; Sal 72 (71):1-4ab, 7-8, 17; Mt 1:1-17
Sábado: Jer 23:5-8; Sal 72 (71):1-2, 12-13, 18-19; Mt 1:18-25
Domingo: Mi 5:1-4a; Sal 80 (79):2-3, 15-16, 18-19; Heb 10:5-10; Lc 1:39-45

Los Santos y Otras Celebraciones

Domingo: Tercer Domingo de Adviento
Lunes: Santa Lucía
Martes: San Juan de la Cruz
Jueves: Primer día de las Posadas

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